V
Me llamo V. Leda, Dr. en Psiquiatría. Me asignaron el caso de Micolae de Tréveris, en la clínica San Rafael. Sólo que no se llamaba Micolae de Tréveris, todos sus papeles decían que era José Méndez, y que había nacido en el Hospital Metropolitano, en 1980. LA primera vez que lo vi vestía una bata azul, y babeaba de vez en cuando. Y sólo contaba la historia que acabo de escribir, casi con las mismas exactas palabras cada vez. Supe que fue estudiante en la Universidad, de varias carreras y que fracasó en todas. Nunca pude tratarlo bien porque siempre empezaba y acababa en lo mismo. Su vida era la vida del Micolae del relato. Sólo una vez dijo palabras que no tuvieran que ver con la historia que acabo de escribir, cuando, después de investigar una tarde en la biblioteca, le dije contundentemente:
-Micolae de Tréveris nació en 1440, en Tréveris, y está enterrado en Roma. Tú no eres Micolae de Tréveris. ¿Quién eres?
Y mientras apretaba sus manos huesudas contra mi cuello comenzó a decirme que uno es infinito, y que un cuerpo enterrado sólo es un cuerpo enterrado, y que todo lo demás, como el mundo, no dejaba de moverse, que existía una parte de la mente y de una realidad que nunca comprendería. Me preguntó si yo era capaz de decir quién soy o quién es él, y dijo que no podía decir nada de Micolae de Tréveris si no entendía antes que yo era yo y todos al mismo tiempo, y de ese modo todos éramos Micolae, y lo seguía diciendo mientras los enfermeros lo metían en una camisa de fuerza, y lo arrastraban lejos de mí. Y como yo quería dormir bien esa noche, me fui sin más preguntas y nunca regresé.
-Micolae de Tréveris nació en 1440, en Tréveris, y está enterrado en Roma. Tú no eres Micolae de Tréveris. ¿Quién eres?
Y mientras apretaba sus manos huesudas contra mi cuello comenzó a decirme que uno es infinito, y que un cuerpo enterrado sólo es un cuerpo enterrado, y que todo lo demás, como el mundo, no dejaba de moverse, que existía una parte de la mente y de una realidad que nunca comprendería. Me preguntó si yo era capaz de decir quién soy o quién es él, y dijo que no podía decir nada de Micolae de Tréveris si no entendía antes que yo era yo y todos al mismo tiempo, y de ese modo todos éramos Micolae, y lo seguía diciendo mientras los enfermeros lo metían en una camisa de fuerza, y lo arrastraban lejos de mí. Y como yo quería dormir bien esa noche, me fui sin más preguntas y nunca regresé.
1 comentario:
me duele la cabeza...
Publicar un comentario