Arde en las conciencias el mismo grito de ayer, hoy.
Silencioso al principio, el alarido metafísico de ayer, hoy.
Erguida sobre un espeso pantano,
la misma ciudad de todos los días
cae sobre las almas definitiva,
impiedosa y pesada como la roca.
Escucha su ruido impúdico, su baile,
su necedad rubescente y sedienta,
su calidad de espora infecta
(siente madurar sus sombras en tu piel);
el cinismo latente de su peso
que el día ayer era el mismo que el día de hoy,
y, como hoy, pesaba sobre los cuerpos
y sobre las almas
(Dices: "las almas no existen").
Arde en las conciencias el mismo fuego
que no mengua, la calma que no llega.
Nunca entre la saturación habitó el vacío,
nunca un grito en común fue tan silencioso.
(Sin embargo:)
Las luces plásticas esconden las estrellas;
nubes de humo cobijan la ciudad
y la piedra, alarido de ayer, de hoy y de luego
(¡Escucha!)
duerme arrullada por nuestro dolor silencioso.
(Es de noche en la Ciudad)
Diego Álvarez
domingo, 9 de diciembre de 2007
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3 comentarios:
Me encanta el dibujo de esta ciudad amada y odiada por todos. Felicidades.
bieeen Diego, ya estás entendiéndole a la poesía, abandonándote, dejándote fluir.
a ver si nos vemos pronto. qué te parece mañana martes?
No, creo que no nos conocemos.
Gracias por tu comentario. "Citadinia I" es muy buen poema. Voy a seguir leyendo tus textos.
Me interesó tu pregunta, es justo un tema que pretendía seguir desarrollando. Espero tener en unos pocos días algunas ideas por donde me llevan tus preguntas,
saludos.
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