a Alberto Caeiro
Harto, en fin, de cosas mundanas.
Hasta los colores y las notas,
los cantos y las voces y los últimos cuerpos.
Las caras hipócritas de los artistas modernos;
y no es que sea el único, pero tengo la clave del poeta.
Está tan lejos de todo que profundamente adentro,
y es de colores fuera de todo espectro luminoso.
Está en los detalles subyacentes y cimientes
(quizás el Espíritu pero no exactamente el Espíritu)
DEL ARTE…
En los puntos sobre las íes,
los trazos invisibles a primera vista,
los puntos rotos en lienzos viejos
y las notas equivocadas cuya errata
dota a la música de un alma libre y fugaz.
No está en el cielo, los árboles o la tierra,
ni en sus raíces ni fundamentos,
sino en los detalles que los significan,
que nos significan en ellos.
El Poeta es errático y afortunado
como el vuelo de la libélula
que gira en el aire, se aparea con su sombra
y encuentra un fin caótico
estampada en un parabrisas.
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