Mis pies se quedaron en la tierra.
Mi espíritu voló al lado contrario.
Estuve mirando al cielo,
hasta que vi un avión pequeño,
a lo lejos.
No sé si era mi avión,
el que debí tomar.
Quizás mi hogar,
donde ése avión me llevaría,
sería otro hogar,
otro destino,
otro lugar
que el lugar del mismo nombre
a donde me llevará el próximo avión.
Las ciudades y los hogares
(igual que los hombres)
caducan minuto a minuto.